20180211

Dos amigos

D. Sebastián M. Gallego Morales



Dos amigos
Artículo extraído del Libro “Memorias de mi infancia en Fiñana"
El que D. Manuel Álvarez, el Maestro, me hubiera puesto desde el primer día de escuela, al frente de la recitación de la tabla de multiplicar, y de la geografía de España, con sus ríos, montes y su división en regiones, con las provincias de cada una de ellas, me había dado una cierta autoridad, que pronto se vio confirmada, pues al segundo día de estar en la escuela me llamaron para ejercer de árbitro en las disputas que todos los recreos tenían dos chicos, uno llamado Juan, al que todos decían el Moro, y otro llamado Pepe Sánchez, pero que le decíamos todos “cagaorzas”, y no se enfadaba con ninguno.
La disputa diaria era ver quien llegaba más lejos con la meada contra la pared, y así el que llegaba desde más lejos era el campeón de ese día. Por lo visto, esta disputa venía de lejos, y tenía su base en que unos decían que Juanito El Moro se la cogía con la izquierda, y Pepe el Cagaorzas con la derecha. Hube de actuar en  varias ocasiones y todos aceptaban mi veredicto.
Pregunté a mi primo Paco Romero del por qué de los apodos y me lo aclaró todo y bien. Juanito era de Marruecos y su madre y padre habían venido con El General y estaban sirviendo en su casa. El de Pepe era porque el año anterior le dio una infección enorme en el vientre y creían que se moría. El médico D. Norberto le dijo al padre que, como en el pueblo no había donde hacer el análisis, que llevara la caca a Guadix y que se la analizaran. El padre, para llevarla, le hacía a Pepe que cagara en unas orzas pequeñas. Este así lo hacía y, al comentárselo a sus amigos, estos empezaron a decirle “cagaorzas”. Ninguno de los dos se molestaba porque los llamáramos por estos motes.
Eran listos, y como ambos eran cabecillas de grupo, pronto intimamos, a pesar de que eran un par de años mayores que yo, y andarían en la edad de mis primos Paco, Luis, Nicolás o Manolo, que también estaban en la escuela.
De Juanito el Moro, había mucho que escribir, aparte de lo buena persona que era, de lo educado, y de cómo rechazaba la comida que pudiera ir contra su religión, sin ofender ni molestar ni a mi abuela, ni a mis tías cuando estas le ofrecían algo para merendar. Simplemente lo agradecía, aunque a veces le decíamos tómalo, para después comérnoslo nosotros.
Un día, estando en la era, esperando que nos dejara el Garrones dar una vuelta con el trillo, dijo que se iba a hacer una necesidad y mi primo Nicolás me dijo: ¿Quieres ver como el moro hace gimnasia antes de cagar?” Fuimos tras él y cogía unas piedras por el camino, para limpiarse, y luego, mirando al sol, extendió los brazos, orientándolos de este a oeste. Se agachó, hizo su necesidad, y volvió a la era.
Como estábamos casi muertos de risa, no pudiendo aguantarme, le dije: “Juanito, ¿por qué haces gimnasia para hacer tus necesidades?” y me contestó: “Mi padre me ha enseñado que no se debe ofender, si estamos en descampado, mostrando nuestro trasero en dirección a la ciudad santa. Así que siempre procuro hacerlo en dirección Norte-Sur, por eso me orientaba”.
Años después, en un verano pregunté por estos dos amigos de la infancia, y mis primos me contestaban que Juanito el Moro se había marchado con su familia a Marruecos, al fallecer el General, pero de Pepe Sánchez no se acordaban de quien era. Así que les dije: “Pepe Sánchez era Cagaorzas”. Acabáramos, debí de empezar por el apodo. Pepe se había marchado al Seminario de Guadix, después se había salido y estudiaba Magisterio en Almería.
Desde estas líneas os recuerda Manolo, el de Baza.


dosamigossgalleromorales/2018


1 comentario:

  1. Que sencillo es describir las cosas, con cariño y simpatia, asi creo que son las personas de Huéneja y de la Huertezuela:
    Hace tres días visité Huéneja, una visita rápida, cariñosa y llena de sentimientos, me hicieron varias fotografías, que ha sido el regalo que me ha hecho Huéneja . y sobretodo, para enviarselas a mis hermanas y parientes más cercanos, no quise venirme sin visitar la Iglesia de la Presentación, eso si por fuera y llenarme de Huéneja.
    No quiero terminar sin felicitar a D. Sebastian M. Gallego Morales, por esta sencilla definición de la amistad de dos, vamos tres, loberos.
    Un fuerte abrazo.
    Juan F. Hernández Guil.

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